Postales del DdA!

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lunes, 25 de enero de 2010

Es Leyenda...


Sucedió una noche de verano. Calurosa. Húmeda. El hidalgo rotar de las palas del ventilador vanamente intentaba agitar un aire carente de frescor. El mismo aire que bailó por el Abismo del Helm, que cabalgó por los campos del Pelennor, la misma fuerza mística que guió la flecha hasta el pecho de Smaug… Ese halo de misterio rodeó el recinto de Godoy Cruz 1731.
Esa kriptonita personificada en lemoncello no debilitaría a nuestro Hombre de Acero, por más que algún Flecha “Verde” lo desee desde su oscura madriguera, henchido de envidia por tenerla más corta (nunca hizo un triple Robin Hood). Pero esa sería su noche. Algunos dicen haberlo visto gritar sandeces desde la parte posterior de una camioneta por Godoy Cruz… Pero esa noche del 22 de enero del 2010 de la Era de Nuestro Señor, algo iba a ocurrir.
La velada transpiraba leyenda, pero a pesar que 19 botellas encontraron su muerte en el pequeño lapso que toma a la aguja mayor de un reloj recorrer su circunferencia, a medida que la luna se erguía en el firmamento el sentimiento de que algo estaba por ocurrir rondaba el ambiente.
Las flechas volaban una tras otra, raudas en su sed de blancos. El Black Widow escupía una y otra vez su mortal descarga. Dicen que no creía en el destino, pero éste quiso vengarse para hacerse notar. Al igual que la manzana embrujada que sumió a Blancanieves en su sueño eterno, un tentador arco hizo su aparición.
Dicen que venía de Mar de las Pampas… Dicen que el rencor del artesano al ser molestado dos veces al día durante su preparación, maldijo sus intrincadas maderas. “Mirá Iván…”, le advirtieron. Pero con el orgullo que sólo los maestros poseen, no hizo caso y como si de un matador frente a un toro se tratara, clavó su mirada en el arco y se propuso a tensarlo. El aire se congeló, y los segundos fueron minutos, los minutos fueron horas… El tiempo dijo ausente en el Halcón Peregrino. La cuerda se tensó, los párpados hicieron huelga entre todos los presentes, el arco se encogió buscando su posición cúlmine cuando sucedió.
El rencor de esas maderas, laminadas con tirria, con una porfidía que aumentaba ante cada visita matutina y vespertina a su creador, provocó una mortal reacción del arco, que en un vuelo letal casi rebana la publicitaria cabeza de nuestro guía arqueril.
Os advertí que la noche venía de leyenda, puesto que aún otras pruebas aguardaban al Sensei. Recuperados de tal suceso, los arqueros prosiguieron con su faena. Todos elevaron sus arcos a la posición correcta. Las espaldas se cerraron al unísono. Los dedos se recostaron en las comisuras de las labios en un sincrónico danzar. Los hombros bajaron hasta lograr la alineación perfecta. Todas las flechas surcaron el aire hambrientas de moscas. ¿Todas? Los sabios dicen haber visto una sombra, otros acusan una falta de timón… Cualquiera sea la razón, una colérica saeta inclinó su viaje hacia lo indebido, chocando contra un sostén metálico que la devolvió con furia hacia la dirección contraria.
Pánico. Pavor. Un escalofrío surcó por las espinas dorsales de los allí presentes. La flecha se dirigía en un amorfo vuelo, guiada sólo por el encono. Era cuestión de instantes para escuchar el lamento, el llamado de emergencia, el irremediable goteo de sangre que presagiaba la llegada de la muerte… Pero sucedió. El silencio se produjo y todos abrieron sus ojos ante la ausencia del lamento, del llamado de emergencia, del irremediable goteo de sangre que presagiaba la llegada de la muerte.
Las pupilas se clavaron en él. Sus campanitescos cabellos al viento. La mirada firme. La mano extendida. Y en ella… la flecha. Atrapada en pleno vuelo. Esterilizada de su mortal intención, yacía muerta en la mano de nuestro Sensei.

Dicen que tosió atragantándose. Se dio media vuelta y se apoyó en la pared mientras se metía un gruyere con jalea de naranja en la boca. Se cierra un círculo. Un nuevo terror nacido de la muerte, una nueva superstición que invade la fortaleza del tiempo.
Allí abrió su boca, sedienta de Stout, y dijo: “Soy Leyenda”.

Rodri Hood (roba a los ricos para ahorrar -quiere irse de vacaciones-)

2 comentarios:

  1. Relatos como este, sin dudas, dejaran precedente y dirán presente en la memoria aquellos incautos que presten ojos a su lectura y fe a la leyenda, la de él, el sensei.

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  2. Alabado sea El Sensei...
    Que mantenga cerca su Black,
    y alejado el lemoncello de él.

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