Ya están aquí....

Están aquí… Dicen que vinieron en paz. Llegaron y causaron esperanza en el Halcón. “Venimos en Paz… Siempre (con alfajores)”, dijeron. Ellos mienten. Como el otoño ya había desembarcado en el almanaque, muchos creyeron… Muchos confiaron… Muchos pensaron que el tiempo del kilo de helado había pasado, y que era la hora de las dos tapas unidas por un relleno que suele ser de dulce de leche y generalmente bañadas en chocolate. Aquí podemos ver fotos sacadas clandestinamente donde se los puede ver comiendo un Jorguelín glaseado.
Pero no… El helado resiste, con el charlotte de Jose listo a ser calentado y vertido sobre ricos potes de telgopor y libertad. La Frutilla al agua de la rebelión, el chocolate amargo de la esperanza (y de Dios), el limón del champagne y el dulce de leche del Sensei. Los sabores de la verdad en el camino del arquero vienen en pote de helado y no en papel plástico contaminante, tal como pueden aprender todos aquellos que han leído “El kilo de helado zen en el arte del tiro con arco”, nuestro texto sagrado.
Los Visitantes se han mezclado entre nosotros. Pero no todos olvidan el camino enseñado por el Sensei. El camino de los que la tienen larga. El camino de los que siguen el blog y no el Cara de Libro como sitio de encuentro y unión. El camino de los que siguen poniendo Hurroo Hurroo en el mp3 y no Kudai. Los que mantienen viva la leyenda de Coco Leónidas.
Quiénes rondaron el sagrado recinto durante las horas de madrugada, cuando febo se esconde y las almas en pena rondan el mundo de los vivos, juran haber escuchado el lamento de Coco, quién luego de ofrecer su propia vida para nuestro divertimento se vio reemplazado por un simple encendedor. Si Coco viviése nada de esto hubiese pasado, porque Coco era del pueblo, no escuchaba Kudai sino rock. Coco sentía a Perón en la sangre, porque Perón tiraba con un Pranita recurvo, pero hacía centro siempre en la mosca de la oligarquía alfajoril. Coco no comía alfajores sino helado. Muchos siguen resistiendo incluso en los Sábados Circulares de vainillas y Coca, con el comandante Vladimir guiándonos, en un espacio sin competencias infecundas sino en un estado de comunión y fraternidad.
La advertencia está hecha. Ellos ya están entre nosotros, pero la Resistencia está en marcha. Con el buda listo a ser mostrado y la vela lista para jugar a apagarla.
La Resistencia se está formando… esperen la señal y elijan sus gustos de helado.

No al Kudai,
Sí a la Resistencia.
Hamón Bocatti Tyler